Conectando con nuestro niño interior.

Cuando hablamos de conectar con la energía de nuestro niño o niña interior, estamos refiriéndonos a la conexión con esa alegría de vivir, con la ilusión, el entusiasmo, la curiosidad, las ganas de probar cosas nuevas, conocer gente y dejarse conocer, lugares, nuevas rutas.

Es volver a sentirnos ligeros, sin las preocupaciones diarias, sin el peso del hacer y hacer. Es soltar la mochila y decidir conectar con esa parte que hay en cada uno, que lo ve todo con ojos de turista, impresionado por la naturaleza, por la Vida.

Cada día podemos adquirir la costumbre de visitar a ese niño, preguntarle qué tal está y si le apetece pasar un rato en libertad, en conexión. Siendo realistas, el que se va a liberar es el adulto que está sumergido en el control y los quehaceres diarios,

Hemos de saber qué nos gusta, cada uno sabe qué le hace sentirse bien, qué es lo que le ayuda a estar en bienestar, ya sea una actividad, un deporte, o el quedar con amigos, con una amiga a tomarse un café o un té y compartir unas risas, un atardecer, una caminata por una nueva ruta, una serie, aquello que nos eleve de la tormenta mental.

Todos sabemos qué nos aporta esa energía, lo que entramos en modo automático y nos despistamos, dejando de conectarnos con lo que nos hace sentir bien, de esta forma nuestra energía baja, comienza a desequilibrarse y los acontecimientos del día nos desestabilizan, entrando con más facilidad en el juego de la mente.

Para estar en balance, permaneciendo presentes, siendo conscientes de la realidad, esta conexión es de gran ayuda. Permite que nuestra energía esté en armonía, elevada, vibrando en amor, esto nos da la llave para ver lo que acontece con otros ojos, sin tomarnos las cosas como algo personal, sabiendo salir con facilidad de la espiral mental.

El Amor es el propósito de nuestra Vida.

Llega un momento en nuestra vida, que comenzamos a cuestionarnos todo, nuestra forma de vivir, nuestro entorno, nuestra energía, nuestro trabajo, etcétera. Se despierta algo en nuestro interior, que nos conduce a querer saber más sobre nosotros, de dónde venimos, quiénes somos y para qué estamos aquí.

Las respuestas de cada uno se hallan en nuestro interior, cuando logramos trascender el velo de la mente, bajando el volumen a la voz que nos grita, que nos exige y nos critica, cambiando su registro, en uno de compasión y amor, podemos llegar a escuchar nuestra esencia. Cada uno de nosotros tiene sus respuestas y todas son válidas. Déjate sentir, escuha la voz que te susurra, y en ella encontrarás aquello que buscas. Hermos de dejar de buscar fuera, para pemitirnos conectarnos con nosotros.

En relación a la pregunta «para qué», independientemente de que cada uno tiene sus dones y talentos, todos los seres de este planeta, de este Universo estamos para vibrar, experimentar, saborear, expandir y manifestar el amor. El AMOR en mayúsculas, el que no tiene límites, ni condicionantes, el que es infinito e ilimitado, el que nos conecta con todo y con el TODO.

Desde mi punto de vista, estamos para la expresión misma del Amor aquí en la Tierra. Para Ser amor, irradiar Amor, sentir el Amor y promover el Amor. El Amor de Dios, el Amor que está en cada uno de nosotros, el Amor que está en cada ser, planta, piedra y rincón de este mundo.

Permítete conocerte, aceptarte y expandirte. Deja que tus dones se manifiesten, pon tu talento al servicio del mundo, del Amor. Cuando hablamos de servir, no estamos hablando de cargarnos con el otro, es respetar sus límites sanos y los nuestros, es servir de ejemplo, iluminándonos le mostramos cómo hacerlo, cuando nos amamos, mostramos cómo hacerlo y que ellos también son Amor. En tu día a día, a lo que te dediques, puedes trascender la rigidez y el juicio, expandiendo este mensaje. Sirviendo de ejemplo, irradiando amor a donde quiera que vayas, con quien quiera que te relaciones.

Somos una red de Amor.

La amabilidad es una característica innata en nosotros, a medida que nos dejamos influenciar por el ego, la soberbia y la desconfianza, dejamos de ser humanos con las personas con las que interactuamos en el día a día.

Les voy a contar una cosa, en estos días, una amiga tuvo un accidente de tráfico, está bien para lo que pudo haber sido, gracias al Universo. Ella me contaba que en todo momento estuvo arropada, acompañada y protegida por personas desconocidas, que pasaban por ahí en ese instante. Porqué nos sorprende tanto que actuemos de esa forma, no ha de ser la normalidad.

De eso se trata ser una comunidad, no creen, de acompañarnos, apoyarnos, impulsarnos y motivarnos, incluso. Sin que haya competitividad, envidia o desaprobación del otro. Les cuento el relato de mi amiga, que se siente tan agradecida a dichas personas, porque no nos paramos a pensar en determinadas situaciones cómo se puede sentir la otra persona. Si se siente sola, desamparada, asustada, perdida, etcétera.

Hemos de darnos cuenta, que todos pasamos por distintos procesos en nuestra vida, que compartimos con los demás, que en esa situación, nos hubiera sentado de maravilla, una palabra de aliento, un hombro en el apoyarnos o simplemente una compañía en silencio, sabiendo que no estás solo.

Dejemos de decir, leer y darle fuerza a esas frases como por ejemplo, «La humanidad se ha perdido», «No hay empatía» y un largo etcétera, entendamos que si le damos valor y vemos eso como una verdad, así será. Cambiemos el rumbo de las mentes, emprendamos el cambio de paradigma, cada uno en su mundo. Seamos amor, comprensivos, tiernos, amables, empáticos y humanos con todo en general.

Es hora de ser conscientes que SOMOS UNO, y esto no es un eslogan de la nueva era, o algo que dices para quedar bien, como alguien abierto mentalmente o a en la onda. Es darnos cuenta que somos una red, unidos los unos con los otros, que lo que hagas, te lo estás haciendo a ti mismo. Que es momento de integrar esta verdad y ser consecuentes con ella.

Extendamos el mensaje, cambiemos nuestro mundo, nuestra mente, actuemos con amor, seamos Faro de Luz, para mostrar al otro cómo hacerlo. Evitando el desánimo porque el otro no lo entiende, no lo hace o no quiere cambiar, dejemos las expectativas, hagámoslo como regalo al Universo y a nosotros mismos, porque así es.

El perdón, con amor y humildad.

Cuando nos permitimos hacer el ejercicio liberador del perdón, hemos de ser conscientes desde dónde lo hacemos. Desde el amor o el ego, hemos de evitar hacerlo desde la soberbia, como si la persona nos debiera algo, como si fuera imperfecta y errática.

Se han fijado desde dónde realizan el perdón, mirando al otro como alguien defectuoso, horrible o pobrecito, como si no fuera capaz de hacer o entender las cosas. Y ustedes se sitúan en un punto de superioridad, que han entendido la vida, siendo esto necesario para colocar ciertas cosas y poder soltar el pasado, viendo a la situación o la persona en cuestión, como alguien inferior.

El acto de perdonar, lo hacemos para poder despedirnos del dolor que llevamos arrastrando durante tanto tiempo, dejando de utilizar el recuerdo para infligirnos daño. Somos nosotros quienes traemos de vuelta una y otra vez, la situación al presente, cargándola a nuestras espaldas. Nada tiene que ver con la persona o personas involucradas, porque lo que pasó ya fue, no está aquí y ahora, salvo que lo traigamos de regreso.

Si decidimos dejar atrás ciertas cosas, situaciones y recuerdos dolorosos, hemos de ser conscientes que la persona que aparece en ellos, estaba haciendo un papel, representando un personaje, de forma inconsciente, para que cada uno entienda algo sobre su vida o sí mismo, para que se ame más, todo nos lleva al autoamor.

Vivamos este ejercicio como la oportunidad de liberarnos del pasado, de la idea que teníamos acerca de esa persona o situación, enviando luz y amor, sin creernos conocedores de la verdad absoluta. Porque les voy a contar una cosa, cada vez que creo que sé algo con certeza, se me revelan nuevas teorías y las anteriores caen por sí solas, así que cada día sé que no sé nada. Y esto nos da la posibilidad de vivir el día como nuevo, sin expectativas, ni limitaciones mentales. Es un trabajo diario, elegir vivir sin peso, sin cargas, ligeros.

Trascender la lucha, abrazar la aceptación.

Cuando se habla de trabajadores de la luz o embajadores de luz, se refieren a las personas que en su día a día proclaman el mensaje de amor y compasión al mundo, en su entorno, trabajando en sí mismos sirviendo de ejemplo. Haciendo un servicio al amor universal.

Esto no significa que el resto no estemos en luz, sólo es una forma de expresar o «etiquetar», a todo aquel que sienta servir en pro del amor. Esto lo hacemos todos los que decidimos estar en paz, trabajar en nuestro mundo interno y tomarnos la vida de otra forma.

Hemos de recordar que la etiqueta y la necesidad de catalogar, nos aleja y nos separa, en vez de unirnos. Hemos de ver que no hay especialistas o personas mejores que otras, sólo personas que siguen su llamado interno, sus talentos y trabajan para estar o vibrar en amor y paz.

Una expresión que me hace reflexionar es «Guerreros de Luz». Contra qué se supone que hemos de luchar, con lo externo, con el opuesto o con nosotros mismos. Se trata de dejar de enfrentarnos, de resistirnos, porqué entonces vamos a luchar o entrar en conflicto. Si hemos de dejar de «creer» que nos atacan, porqué continuar estando a la defensiva.

El Guerrero interno es nuestra capacidad de acción, de creer en nosotros mismos, la toma de decisiones, es ir a por aquello que nos beneficia en ese momento, ya sea cambiar, trascender, trasformar, hablar, decidir, etcétera. Es nuestro fuego interno, nuestra energía, no para la lucha, sino para la reconciliación.

Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de su vida, de su bienestar y de su paz mental. Entendiendo que el otro o la situación no es nuestra enemiga, es una lección acerca de nosotros mismos, que nos conduce a nuestro autoconocimiento y aceptación.

Por esto que es momento de dejar la resistencia, la lucha, el estado de defensa y ver más allá de lo que nuestra mente cree que es, y entender que nosotros decidimos cómo descifrar lo que sucede, pudiendo elegir en cada momento hacerlo desde el amor, la luz, sirviendo a un bien mayor para TODOS, como unidad.

Llegó el momento de cuestionar nuestros actos

Cuando hay caos a nuestro alrededor, hemos de cuestionarnos qué hay en mí que ha ocasionado esto. Hacer un balance de nuestra vida, de nuestros actos, palabras y formas de pensamiento. Nuestros juicios, críticas hacia el otro y hacia nosotros mismos, nuestra forma de ver el mundo y la vida.

Si estoy constantemente buscando un culpable fuera, si el conflicto es conmigo mismo, si en mi día a día interactúo con desprecio, impaciencia, faltas de respeto, soberbia, ego, prepotencia, creyéndome el conocedor de todas las respuestas.

He de ser honesto, revisar mis acciones e identificar qué puedo transformar, mejorar, cambiar, soltar, desechar o dejar ir, que me genera malestar, desamor, conflicto o incomprensión.

Hemos de ser conscientes de nuestras vidas, dejar de mirar o analizar la vida del vecino, juzgando cada paso y ser íntegros, francos o sinceros con nosotros mismos. Dejar querer ver un cambio en el mundo, en el de al lado, si yo sigo siendo un inconsciente, ignorando mi situación.

Si quieres que haya una mejora, comienza contigo. Emprende el camino, da el primer paso, actúa. Observa qué hay en ti que te genera desbalance, qué aspectos de ti mismo puedes transformar para evitar desgastar tu energía y sentirte pleno.

Practica el amor, contigo, con las personas de alrededor y con el entorno. La compasión, la paciencia, el respeto, la empatía, la amabilidad, la bondad, la escucha, el arropo, apoyo o ayuda. Podemos hacer nuestra vida, nuestro entorno, nuestro mundo mejor, depende de cada uno, que haga su parte en su espacio. Comencemos, creemos un ambiente de respeto, amor y equidad. Inicia el cambio en ti, contigo.

Salud óptima, equilibrio en nuestra vida

En nuestras manos está la solución a nuestros pesares. Esta frase puede resultar insólita, utópica o para muchos difícil de asimilar o realizar. Somos nosotros quienes decidimos trabajar para estar en salud, ya sea física, mental y emocional. Llevar una dieta adecuada, fresca y ligera, seguimos refiriéndonos al cuerpo físico, mental y emocional.

Para una óptima salud física es necesario tomar consciencia, llevar un nivel bajo de estrés, dormir las horas necesarias para un buen descanso, tomar alimentos frescos de forma equilibrada, beber abundante agua y realizar una actividad que nos ayude a crear un balance en nuestra vida. Si dicha actividad nos llena de gozo, mejor que mejor, porque juega un papel importante en el resto de áreas de nuestra vida.

Para generar una buena salud mental es necesario estar en calma, que haya paz en nuestra mente. Organizando las tareas, lo que quede pendiente, las citas, los proyectos, darles una estructura, un orden. De esta forma nuestra mente se siente en calma, ya no ha de estar dando vueltas una y otra vez, repitiendo lo mismo, para que lo recordemos. Es necesario realizar una actividad al aire libre, conectando con la naturaleza, de esta forma la mente se oxigena. Escribe un diario, ya sea para desahogarte de lo sucedido en el día o para anotar tus pensamientos. Procura ser consciente de tus pensamientos, de esta manera puedes inclinar la balanza hacia los pensamientos positivos, alentadores, comprensivos, que te impulsen a estar en paz contigo, hablándote con amor, sin exigencias, críticas, desde el amor y el respeto hacia uno mismo.

Nuestras emociones necesitan libertad, para estar en salud hemos de procurar no identificarnos con ellas. Las emociones son cíclicas, vienen y van, tienen su ritmo. Hemos de aprender a escucharnos, a respetar nuestro sentir, a reconocer cómo nos sentimos y dejar que sea. Si en el día nos sentimos de una forma o de otra, se trata de estar en paz ante ello, ante cómo me siento y evitar que la emoción me influya en el transcurso del día. ¿Cómo? Aceptando, este es el primer paso. Acepto que hoy me siento de esta forma, dejo de luchar conmigo o juzgarme por sentirme así. Procuro mantener mis límites sanos, decir «no» si lo considero necesario, despidiéndome de la culpa, tomarme mi descanso o desconexión, respetando en todo momento mi estado. Respiro, realizo aquella actividad que me conecte con mi parte más elevada, que me llene de gozo y satisfacción. Cuido de mí, me abrazo, me arropo y me digo que todo está bien.

Cuidar de nosotros mismos es la forma más efectiva de restablecer nuestra salud. Llevando un equilibrio entre nuestra mente, cuerpo y emociones. Otro aspecto fundamental es conectarnos a nuestra parte espiritual, a nuestra esencia. Para muchos esto estará en otro idioma, quien lo sienta y se identifique que lo medite. Nuestra parte espiritual o divina, ESTÁ y ES, es lo que SOMOS. Luz y amor, conectados con el Todo y con Todo. Permitirnos estar en conexión con nuestra esencia nos permite vivir de forma consciente cada día, cada situación, saliendo de la espiral del sueño, pudiendo gestionar nuestro sentir, dejando de identificarnos con la víctima y ver el aprendizaje o mensaje que hay detrás. Y si no lo vemos en ese momento, tenemos la certeza que se nos revelará cuando sea preciso. Confiando en la vida y en nosotros mismos. Vibrando en amor.

Trabaja contigo.

Brilla, brilla, brilla. Si no estás a gusto con lo que vives, sé honesto contigo mismo, analiza el escenario y al protagonista, es decir, a ti. Observa tu forma de ver y filtrar las cosas, la situación, tu manera de actuar ante ella, que te lleva a sentirte de esta forma.

Si sientes que estás anclado, paralizado o inmóvil, observa qué es lo que está causando este estado. Recuerda que no es nada externo lo que me bloquea, son mis pensamientos, creencias y comportamientos, los que me desestabilizan.

Si estás atravesando una etapa emocional intensa, te sientes sumergido en un torbellino sin escapatoria, ve a tu encuentro. Acepta la situación, deja de luchar con ella y contigo mismo, abraza a esa parte de ti que se siente de esa forma y hazle entender que no está solo o sola, que tú, el adulto responsable que eres ahora, está a su lado, que lo proteges, lo amas y lo acompañas en este proceso.

Háblate con amor y respeto, es momento de desechar las exigencias, críticas, dudas y juicios hacia uno mismo y el otro, nos conduce al abismo, al desgaste y al desamor. Ámate y acepta cada parte de ti plenamente. El amor nos libera, nos eleva, nos transforma y nos sana.

Trabaja en ti, contigo para ver lo que acontece desde una perspectiva comprensiva, compasiva y amorosa, hacia ti y las personas de tu entorno. Aprende a gestionar tus pensamientos, tendiendo al optimismo, quedándote con lo bueno de cada situación. Con las emociones, evita sentirte una víctima, responsabilízate de tu sentir, acepta la emoción, deja que sea, libérala. Recuerda no eres tu emoción. Tal como viene, se va, si la dejas ser.

Encuentra tu estado de paz, de calma ante cada situación, puedes hacerlo. Depende de tu elección y del trabajo diario en permanecer consciente, en el momento presente.

Dejando la lucha, aprendiendo a estar en amor

Continuamente luchamos por no estar donde estamos en este preciso momento, por no sentir, escuchar aquello que no quiero oír, o ver lo que es o está sucediendo ahora en nuestras vidas. Nos anestesiamos con una canción, una película, una conversación, cualquier sustancia o actividad, para evadirnos de lo que no queremos admitir o aceptar.

Hemos tomado este comportamiento como natural y normal en nuestra vida, estar en constante conflicto con nosotros y por consiguiente con nuestro entorno. Creyendo que hemos de defendernos del ataque exterior, o incluso de nosotros mismos, por no quitarnos la máscara, permitirnos sentir vulnerables y sensibilizarnos con lo que sucede a nuestro alrededor.

Arrastrando la creencia que me dicta a actuar de una forma caótica, hiriente y dañina hacia mí mismo, por no mostrar quién soy, o no querer ser consciente de mí, de mis emociones, de lo que está aconteciendo o de mi entorno.

Cada situación nos lleva a tomar consciencia de dónde estamos, quiénes somos y del momento presente, del regalo de la vida, de la amistad, de las relaciones, de un amanecer, de una buena comida, etcétera.

Dejemos de ocultarnos, creyendo que no somos válidos, capaces o estamos rotos. Aceptemos todo de nosotros, nuestras inseguridades, nuestra curiosidad, nuestros miedos. Cada vez que te aceptas, que te miras y te hablas con amor, eso que creías quebrado se une, la distancia con respecto a ti se hace ínfima, y te sientes conectado, renacido, con una nueva visión de ti mismo y de lo que te rodea.

Muestra quién eres sin reparos, deja atrás los filtros, sé tú, siéntete dichoso por estar aquí y ahora, vivo, libre, amado. Cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos, dejamos de considerar importante o necesaria la aprobación externa, actuamos de forma consciente, entendiendo que si me amo, el otro me refleja ese amor.

Momento de aprender a discernir, siendo coherentes

La idea de despertar para ver las cosas desde otra perspectiva, siendo conscientes de quiénes somos, de nuestro potencial, de nuestra luz, unión y expansión, se hace cada vez más tangible. Siendo posible gracias a nuestro trabajo y entrega, a decidir querer hacer las cosas de otra forma, soltando la lucha, la comparación, la exigencia y la crítica. Alegrándonos por los triunfos y avances del otro. Recuerda que si tú avanzas le recuerdas al otro cómo hacerlo y si es el otro es el que emprende el vuelo, te está diciendo a ti, «Oye, tú puedes, recuérdalo».

Hemos de desechar de una vez la necesidad de grandiosidad y de adelantar al de al lado, para demostrar que puedo, que valgo y que soy mejor. Esto ya no nos vale, nos aleja de nuestra meta, que es estar en paz, conmigo y con las personas de mi alrededor. Sintiendo esa unión, trabajando juntos por lo mismo, aunque cada uno esté en una punta del mundo y no sepamos el uno del otro, se trata de permanecer elevados, eligiendo cada día, en cada momento estar aquí y ahora, presentes, en amor hacia nosotros mismos y los demás.

Esto me lleva a la frase, o tendencia del «Guerrero de luz», en serio, trabajamos para estar y permanecer en paz, para salir y manejar la oscuridad y volvemos a separarnos, considerándonos mejores, en lucha, como si fuera necesario luchar para defender la luz, la estabilidad, etcétera. Esa lucha contra quién es, contra la oscuridad, y ella dónde se halla, en nosotros. Entonces volvemos al conflicto con uno mismo, a querer que desaparezca sin mirarlo de frente y abrazar mi oscuridad, como si mi sombra fuera lo malo o incorrecto.

Recuerda que sin oscuridad no hay luz, y viceversa, son un todo. Sin bueno o malo, según cómo lo veamos. Se trata de emprender el camino hacia ti, descubrir todo cuanto hace que seas este personaje y lo aceptes, sin juicios. Abrazando nuestra sombra, de esta forma podemos integrarla, dejando de verla como algo separado o erróneo, está y me recuerda dónde mirar en mí, para amarme por completo.

Hemos de respetar los puntos de vista de los otros, y la forma en que ven las cosas, sabiendo discernir y filtrar la información que nos llega, dejándonos sentir y llevar por nuestro maestro interno. Es decir, si algo no te resuena, no te cuadra, fíltralo, sé consciente de lo que eliges, de dónde estás y del para qué estás trabajando.

Lo que importa es cómo te hace sentir lo que haces, si estás en busca de la paz, sé paz, sé amor, no busques fuera, en gurús, libros, charlas y demás lo que llevas dentro. Está bien para hacerte recordar, o reiterarte en tu verdad, evita fingir, seguir o imitar, sé auténtico, sé tú.